Un sábado recibo la llamada a eso de las 8 de la noche de una amiga, la cual me dice que vamos a dar una vuelta por ahí, le pregunto que quienes, me responde que vamos el novio de ella, la hermana de ella, ella y yo. Me baño, voy al closet y trato de buscar la ropa que mejor me quede, ya que la hermana de ella me gustaba mucho. Arranco hacía el baño, me ducho, me cambio, la gelatinita que no se queda y el perfume. Ya estaba como un chulo. Me pasan a buscar y vamos rumbo al cine. Allá vimos una película (ahora no recuerdo el nombre) y luego de eso salimos a buscar un sitio donde dar una bailadita. Le busco conversación a la hermana y nada, la muchacha es de poco hablar o será odiosa. Llegamos a Atarazana a eso de las 11: 30 p.m. Suena un imponente reggaeton. Comienzo a tratar de bailar con la jeva, ella nada de nada, no quiso, ya estaba yo destinado al fracaso por lo visto. En lo que estuvimos ahí no bailamos nada. Salimos de Atarazana, vamos y comemos algo. Luego van y me llevan a mi casa. Yo fresco al fin, justo cuando voy a desmontarme le planto un beso en la boca. La niña se quedó frisada.
Al cabo de unos días, sigo yo confiado con la muchacha, voy y la visito, hablamos a menudo. Yo pienso que luego de ese beso, ya somos algo o estamos cerca. Pero veo que la muchacha me trata con suma indiferencia y con una distancia que no parece que seamos nada. Tuve que ponerme los pantalones y pedirle amores. Me hizo recordar los viejos tiempos del bachillerato. Y es que para ella un simple beso no vale nada.
Al cabo de unos días, sigo yo confiado con la muchacha, voy y la visito, hablamos a menudo. Yo pienso que luego de ese beso, ya somos algo o estamos cerca. Pero veo que la muchacha me trata con suma indiferencia y con una distancia que no parece que seamos nada. Tuve que ponerme los pantalones y pedirle amores. Me hizo recordar los viejos tiempos del bachillerato. Y es que para ella un simple beso no vale nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario