lunes, 9 de abril de 2007

El martirio de una bola

El camino de mi casa al trabajo es bastante cerca, pero hoy se hizo más largo que nunca. Y es que ese tormento que traía no me dejaba tranquilo. Estaba loco por llegar de una vez para salir de ese martirio. Pero cada segundo que pasaba para mí, era como una eternidad. Ya me estaba mareando, me estaba por dar una taquicardia, me iba a dar la bilirrubina, me iba a subir la presión, me iba a dar alergia, me iba a dar una trombosis, iba a perder los 5 sentidos, iba a perder la compostura, iba a gritar a los cuatro vientos que esa maldita bachata me tenía loco, desasitiado, nervioso, comiéndome las uñas, pero tuve que quedarme callado y soportármelo.

Y es que la frasecita de “no murió motón”, me la aprendí de memoria esta mañana. Creo que ya me sé la canción de memoria. Y es que el osado que me da la bola todos los días tuvo la delicadeza (ese hijo d.l.g.p.) de en mi presencia aprenderse esa bachata, porque no la quitó desde que salimos de la casa hasta llegar aquí a mi trabajo. Es que el que tiene que coger bolas es un perro. Cuantas cosas tiene uno que aguantar por una bola. Todavía la escucho en mi cerebro...

1 comentario:

LiZzYe dijo...

Jajajajaja, ya me imagino. Pero miralo del lado amable no tuviste q coger calor, ni q se te pegara alguien indeseable.

Recuerda q a bola q te den , tienes q aguantar la musica q pongan.

Besos.