El otro día hablé en una entrada sobre lo que me pasó con la beca de la SEESCYT en el ITLA. Aunque ustedes no lo crean seguí intentándolo, me dije a mi mismo, esto no se puede quedar así, así que seguí llamando al ITLA, hasta que la cajera me dijo que en la SEESCYT estaban dando una carta donde se me autorizaría a coger el curso en el ITLA.
Estaba trabajando, pero ya siendo casi las 12 del día y aprovechando la hora del almuerzo arranqué para la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT). Al llegar allá lo primero que me dicen es que tenga cuidado con el ascensor, que se traba y queda uno ahí atascado por par de horas. Vaya forma de recibirme. Subo a la quinta planta, que es donde están alojadas las oficinas de esta secretaría en el edificio del Instituto Cartográfico militar, al frente de la Suprema Corte de Justicia. Un guardia con la cara de aburrido (como siempre) me pregunta que deseo, le respondo: “donde está el departamento de becas nacionales?. Me dice este donde queda y me dirijo allá. Le pregunto a un recepcionista por la encargada de las becas del ITLA, me dirijo hasta ella, le explico lo sucedido y luego de echarme un boche y decirme que me va a dar un chance pero que ya esas becas están vencidas. Esto no lo entendí de que las becas están vencidas porque si la beca es por 30,000 pesos y yo nada más he consumido 22,500, se supone que me faltan, pero no seguí indagando y cojí mi certificación.
Con esa certificación debía ir al ITLA. Al otro día arranqué para allá a eso de las 11, otra vez aprovechando la hora del almuerzo, arranqué en mi expreso Boca Chica con mi amada, la cual le pedí que me acompañara. Llegamos allá y de una vez comienzo con mi odisea. Llego a Registro y lo primero que la muchacha me dice sin leer bien, era que tenía que pagar 500 pesos por recargo. Le digo que yo soy becado, me dice que no importa, que tengo que pagarle 500 maracas. Le paso los 500 pesos y me dice que vaya a caja a pagarlos. Me dirijo a caja y oh sorpresa, son las 1 de la tarde ya en el trajín. La cajera se fue a comer, ahora tengo que esperar hasta las 2 de la tarde a que llegue esta desalmada. Cojo para la cafetería a brindarle algo a la jeva, no se me vaya a desmayar en pleno ITLA. Cuando vamos a la cafetería ya los empleados habían arrasado con la comida, no quedaba nada. Pido un 20 onzas, pregunto por los sándwich, me dicen que hay pero nada más de queso, o sea, tengo que pagar los mismos 45 pesos por un pan con mantequilla y queso. Le hago señas con la cabeza de que no y pido dos galletas. Me siento a comerme ese tremendo manjar, cuando a los 5 minutos, viene la muchacha y vocea, el que pidió los dos sándwich, me hago el loco porque creo que no es conmigo, pero viene y me señala, no me quedó de otra que coger los sándwich. En eso dan las 2 de la tarde y procedo a ir donde la cajera, y ahí me dice la cajera que no, que no tengo que dar ningunos 500 pesos, que contradicción tan grande. Acto seguido la cajera me desbloquea la cuenta online y me dice que me inscriba en una de las terminales que posee el ITLA en sus instalaciones para uno inscribirse online. Me inscribo y cuando voy a registro me envían a caja nuevamente.
En caja me dicen que aparezco como un estudiante normal y no como un becado, tengo que volver a registro y ahí le explico a la muchacha. Me arregla la situación y vuelvo a caja. Ahí ahora hay que esperar a una señorita, que es la encargada de becas para que ella autorice la inscripción finalmente. Llega la muchacha, pero como ese día todo estaba en contra mía, se cae el sistema y tengo que esperar muchísimo, cuando llega el sistema entonces se desconfigura la impresora, hay que llamar un soporte técnico, el cual dura muchísimo arreglando la impresora. Todo el mundo está desesperado en la fila, hay uno delante de mí que va para la romana y ya está hasta dispuesto a perder la beca. Al cabo de una hora por fin me dan mi papel de inscripto. Son las 3 y medía de la tarde, un hombre que salió a almorzar, tengo que dirigirme al trabajo, pero ya ustedes saben como son las guaguas de este país, una hora de la caleta a la duarte con parís. Me dirijo al trabajo y fíjate que bien, habían despachado a todo el mundo en el trabajo por motivo de la semana santa, no me pudo quedar mejor. Pero todavía no entiendo porque en este país una diligencia de 20 minutos se convierte en una odisea de todo un día.
Aquí les dejo el link de la primera parte de esta historia:
Estaba trabajando, pero ya siendo casi las 12 del día y aprovechando la hora del almuerzo arranqué para la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT). Al llegar allá lo primero que me dicen es que tenga cuidado con el ascensor, que se traba y queda uno ahí atascado por par de horas. Vaya forma de recibirme. Subo a la quinta planta, que es donde están alojadas las oficinas de esta secretaría en el edificio del Instituto Cartográfico militar, al frente de la Suprema Corte de Justicia. Un guardia con la cara de aburrido (como siempre) me pregunta que deseo, le respondo: “donde está el departamento de becas nacionales?. Me dice este donde queda y me dirijo allá. Le pregunto a un recepcionista por la encargada de las becas del ITLA, me dirijo hasta ella, le explico lo sucedido y luego de echarme un boche y decirme que me va a dar un chance pero que ya esas becas están vencidas. Esto no lo entendí de que las becas están vencidas porque si la beca es por 30,000 pesos y yo nada más he consumido 22,500, se supone que me faltan, pero no seguí indagando y cojí mi certificación.
Con esa certificación debía ir al ITLA. Al otro día arranqué para allá a eso de las 11, otra vez aprovechando la hora del almuerzo, arranqué en mi expreso Boca Chica con mi amada, la cual le pedí que me acompañara. Llegamos allá y de una vez comienzo con mi odisea. Llego a Registro y lo primero que la muchacha me dice sin leer bien, era que tenía que pagar 500 pesos por recargo. Le digo que yo soy becado, me dice que no importa, que tengo que pagarle 500 maracas. Le paso los 500 pesos y me dice que vaya a caja a pagarlos. Me dirijo a caja y oh sorpresa, son las 1 de la tarde ya en el trajín. La cajera se fue a comer, ahora tengo que esperar hasta las 2 de la tarde a que llegue esta desalmada. Cojo para la cafetería a brindarle algo a la jeva, no se me vaya a desmayar en pleno ITLA. Cuando vamos a la cafetería ya los empleados habían arrasado con la comida, no quedaba nada. Pido un 20 onzas, pregunto por los sándwich, me dicen que hay pero nada más de queso, o sea, tengo que pagar los mismos 45 pesos por un pan con mantequilla y queso. Le hago señas con la cabeza de que no y pido dos galletas. Me siento a comerme ese tremendo manjar, cuando a los 5 minutos, viene la muchacha y vocea, el que pidió los dos sándwich, me hago el loco porque creo que no es conmigo, pero viene y me señala, no me quedó de otra que coger los sándwich. En eso dan las 2 de la tarde y procedo a ir donde la cajera, y ahí me dice la cajera que no, que no tengo que dar ningunos 500 pesos, que contradicción tan grande. Acto seguido la cajera me desbloquea la cuenta online y me dice que me inscriba en una de las terminales que posee el ITLA en sus instalaciones para uno inscribirse online. Me inscribo y cuando voy a registro me envían a caja nuevamente.
En caja me dicen que aparezco como un estudiante normal y no como un becado, tengo que volver a registro y ahí le explico a la muchacha. Me arregla la situación y vuelvo a caja. Ahí ahora hay que esperar a una señorita, que es la encargada de becas para que ella autorice la inscripción finalmente. Llega la muchacha, pero como ese día todo estaba en contra mía, se cae el sistema y tengo que esperar muchísimo, cuando llega el sistema entonces se desconfigura la impresora, hay que llamar un soporte técnico, el cual dura muchísimo arreglando la impresora. Todo el mundo está desesperado en la fila, hay uno delante de mí que va para la romana y ya está hasta dispuesto a perder la beca. Al cabo de una hora por fin me dan mi papel de inscripto. Son las 3 y medía de la tarde, un hombre que salió a almorzar, tengo que dirigirme al trabajo, pero ya ustedes saben como son las guaguas de este país, una hora de la caleta a la duarte con parís. Me dirijo al trabajo y fíjate que bien, habían despachado a todo el mundo en el trabajo por motivo de la semana santa, no me pudo quedar mejor. Pero todavía no entiendo porque en este país una diligencia de 20 minutos se convierte en una odisea de todo un día.
Aquí les dejo el link de la primera parte de esta historia:
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