lunes, 14 de mayo de 2007

De Sal y Arena

Desde niña deliraba con los días ahí, el sol, la arena y el azul del mar están impregnados en mí. Daba lo q sea con tal de pasar unos días en el paraíso; porque eso fue y sigue siendo el Palmar de Ocoa, mi paraíso personal.

Mis abuelos tenían una casona de madera enorme, y como en la mayoría de los pueblos del país había una cocina, un baño y la letrina afuera que se conectaban con la casa por medio de caminitos de piedras. Ellos tuvieron 12 hijos, 6 mujeres y 6 hombres; tenía yo entonces 5 encantadoras tías a cuales convencer para que me llevaran con ellas al campo. Allí esperaba mi prima, con ella, mi hermana y varias amigas, pasaba días maravillosos entre la playa, un manantial precioso llamado ‘agua clara’ (que ahora prácticamente no existe), el conuco de mi abuelo y el enorme patio en casa lleno de animales con cuales jugar.

El Palmar era tierra de nadie, situado en medio de Baní y Azua sin determinarse claramente a cual pertenecía, un pueblo escondido refugio vacacional de muchas personas del medio político y artístico de nuestro país. Ahora las cosas son un poco distintas, se dado a conocer mas, formalmente pertenece a Azua y ya no tiene la magia de paraíso perdido sin rostros extraños. Aunque sigue siendo un lugar muy especial, pueblito de pescadores que invita a amantes de las noches estrelladas y la brisa de mar a visitarlo.


Existe otra maravillosa playa aun virgen un poco antes del pueblo, su nombre es Corbanito, la antitesis de Palmar de Ocoa ya que es poco profunda y de arenas blancas lo contrario de esta. Es un sitio un poco solitario al cual solo lo acompañan dos o tres pescadores fantasmas que aparecen y desaparecen mientras estas allí. Hasta hace poco a esta playa no se podía acceder si no era en un vehiculo 4 x 4, muy pocas persona conocen este lugar, lo que hace la estadía aun mas interesante, si te dejan ahí dormido crees que naufragaste a alguna isla distante.

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