Del fruto de trabajar y ser compañero de andanzas del tipo del PEME, Manuel había obtenido unos pesitos con lo cual había montado su negocio de prestamista del barrio. Prestaba a cualquiera que conociera y hasta iba a instituciones públicas a ejercer su negocio, claro está, al 20% mensual, que era mejor que cojiera una pistola o un cuchillo y atracara a uno. Se había unido con Mireya, la cual tenía dos hijas ya que tenían más vuelo que el aeropuerto de las Américas. Ella era fiel a su brujería y a cada rato se comentaba en el barrio que se montaba y que daba los números y un sin fin de cosas más.
Ella no había estudiado, su suerte era haber conocido a aquel nuevo acaudalado fruto de la política económica de nuestros gobiernos, que automáticamente la mudó en un apartamento nuevo, le compró todos los trastes y vivía como una reina. Pero el cuento de hadas no duró mucho, pues él se enamoró de otra mujer perdidamente, la cual le hacía muchísimas maldades a Mireya. Una de estas era mandarle la camisa toda sucia de pintalabios para que viera que ella había estado con él, en ocasiones cuando estaba con él en las cabañas y se dormía, llamaba a Mireya desde allá y le decía: “A que no sabes donde estoy con tu maridito, te lo devuelvo orita” y le cerraba. A veces si Manuel iba un poco desarreglado a la casa de ella, la llamaba para decirle que se lo mandara planchado, que a ella no le gustaba así. Mireya le había practicado par de brujerías, pero nada, todo seguía igual. Hasta que un día se sentó a planear lo que de nuevo le haría recuperar el amor de su macho.
Agarró a uno de los tipos del barrio y le pagó para que siguiera a Manuel hasta donde este se desmontara de su Jeepeta. Le dio una llave y le dijo que desde que este se desmontara, se llevara la Jeepeta para simular que se la habían robado. En efecto, todo sucedió como lo planeó. Este hombre llegó a la casa en taxi y contándole lo que le había sucedido. Ella se hizo la sorprendida, comenzó a consolarlo y le dijo que le prometía que con su brujería le ayudaría a conseguir de nuevo la Jeepeta. Él dijo que estaba bien, que si la conseguía, que la cojiera para ella, porque se iba a comprar otra de todas maneras. A los 25 días apareció la Jeepeta intacta, sin un rasguño, fruto de que ella dizque había visto en una taza de café, que la Jeepeta estaba abandonada por el Faro a Colón, que casualidad!!!. Ahora ella anda en su Jeepeta y Manuel se ha tranquilizado, inclusive hasta dejar a la otra mujer, porque teme que pueda hacerle una brujería que acabe con su vida. Se salió con la suya Mireya…
Ella no había estudiado, su suerte era haber conocido a aquel nuevo acaudalado fruto de la política económica de nuestros gobiernos, que automáticamente la mudó en un apartamento nuevo, le compró todos los trastes y vivía como una reina. Pero el cuento de hadas no duró mucho, pues él se enamoró de otra mujer perdidamente, la cual le hacía muchísimas maldades a Mireya. Una de estas era mandarle la camisa toda sucia de pintalabios para que viera que ella había estado con él, en ocasiones cuando estaba con él en las cabañas y se dormía, llamaba a Mireya desde allá y le decía: “A que no sabes donde estoy con tu maridito, te lo devuelvo orita” y le cerraba. A veces si Manuel iba un poco desarreglado a la casa de ella, la llamaba para decirle que se lo mandara planchado, que a ella no le gustaba así. Mireya le había practicado par de brujerías, pero nada, todo seguía igual. Hasta que un día se sentó a planear lo que de nuevo le haría recuperar el amor de su macho.
Agarró a uno de los tipos del barrio y le pagó para que siguiera a Manuel hasta donde este se desmontara de su Jeepeta. Le dio una llave y le dijo que desde que este se desmontara, se llevara la Jeepeta para simular que se la habían robado. En efecto, todo sucedió como lo planeó. Este hombre llegó a la casa en taxi y contándole lo que le había sucedido. Ella se hizo la sorprendida, comenzó a consolarlo y le dijo que le prometía que con su brujería le ayudaría a conseguir de nuevo la Jeepeta. Él dijo que estaba bien, que si la conseguía, que la cojiera para ella, porque se iba a comprar otra de todas maneras. A los 25 días apareció la Jeepeta intacta, sin un rasguño, fruto de que ella dizque había visto en una taza de café, que la Jeepeta estaba abandonada por el Faro a Colón, que casualidad!!!. Ahora ella anda en su Jeepeta y Manuel se ha tranquilizado, inclusive hasta dejar a la otra mujer, porque teme que pueda hacerle una brujería que acabe con su vida. Se salió con la suya Mireya…
1 comentario:
Jajajajajaja...
Esa si sabe... asi mismo Mireya!
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